Lado A New Delhi: Rompiendo el cascarón en India
Hoy en mi primer día solo en Delhi sentí como si rompiera el cascarón. El Dr. Satish Chandra y el Dr. Vinayani nos cuidaron tanto en el NIRD (y eso que escapé varias veces de esa rama protectora), que al principio me percibí desamparado. Especialmente al despedirme de Antonio y Sonia, nos pusimos a llorar como pollos del dolor que sentíamos al separarnos cuando fuimos conscientes que nuestra corta estadía de un mes intenso en emociones había terminado. En este tiempo Antonio y yo, junto a muchos de nuestro grupo nos volvimos casi como hermanos y es normal, después de comer juntos, dormir juntos, estudiar juntos, salir a divertirnos juntos, tolerar nuestros temperamentos juntos y aprender a conocernos de buen, regular y mal genio.
Todo cambia muy rápido pero nunca olvidamos las grandes impresiones que las personas dejan en nuestras vidas de forma permanente. Sin embargo, en India especialmente en India, debes ajustarte rápidamente a los cambios, porque no tienes tiempo de asimilar, digerir las experiencias que te llenan todos los sentidos que conoces y estimulan los que nunca habías explorado es cosa cotidiana. Aquí todo lo nuevo nos llenó de incertidumbres y a la vez debes llevar el ritmo. En un par de horas había dejado Hyderabad y me encontraba camino a Pahar Ganj, el barrio más popular en New Delhi para los viajeros, hay referencias buenas, malas y terribles en todo internet sobre muchos lugares en India, pero ninguno hasta ahora atraía tanto mis expectativas como este vecindario. Me decía por dentro: “Vienes de un país con muchos problemas, tienes experiencia en el centro de Bogotá-Colombia, qué te puede dar miedo aquí”. Al llegar no pude darme cuenta de uno de los primeros errores que cometí, pues descubriría días después que había perdido la oportunidad (afortunadamente por esa única vez) de abordar el novísimo metro al aeropuerto, casi nuevo y desocupado que te conduce desde el aeropuerto internacional Indira Gandhi en New Delhi a la estación del Estadio Shivali, a 10 minutos en autorickshaw de Pahar Ganj (también llamado tuc tuc).
Me acomodé en un hotel de mediano rango (después descubriría otro con el mismo regular estandar por menos precio), el muy recordado por los viajeros promedio “Cottage Yes Please” en la esquina del cinema imperial, a una cuadra del Main Bazaar. Dos meses después me tomaría una de las fotografías más nostlágicas de esta experiencia, cuando me despedía ya en medio de la ola de calor del verano, sin querer irme.
Mientras tanto, me acomodaría en mi nueva casa en la habitación del segundo, perdón, aquí primer piso del hotel, arropándome del frío invernal que a 3 de febrero de 2016 todavía erizaba mi piel. Para calmar esa sensación me interné en un local de comidas y pedí un Veg fried rice (recordé las correcciones de pronunciación que pacientemente me hicieron Predipa y Sunnet), Cheesse onion naan y una lemmon soda por $Rs. 168.
No habían pasado dos horas de mi llegada a la ciudad cuando de regreso de dar un paseo por el barrio escuché una voz con acento colombiano en el pasillo, sonaba muy paisa, de la zona del eje cafetero o de antioquia. Enseguida salté a la puerta y pregunté sin dudar y a la vez con voz de sorpresa de mí mismo al sentir lo inesperado de mi reacción. – Creo que nunca antes lo hice así- De tal manera los asalté que ellos sorprendieron también.
Ella, Isabel, efectivamente es paisa y viviendo en francia conoció a Santiago, de Chile (risas….). Hace ya 6 años de eso y están casados y recorriendo el mundo con sede en Chile. De inmediato, tan lejos y tan paisanos, nos pusimos cita para salir a conocer. Me hablaron de Connahugh place, el centro de Delhi, aunque poco después aprendería que el verdadero centro es Chandni Chow, pero eso será parte de otra historia. Pues sí, gracias a ellos, viéronme los Delhitas ( si es que se les llama así a su gentilicio), subir por primera vez al metro de New Delhi de la mano de esta pareja, tomando la estación Ramakrishna Ashram Marg tomando la ruta a Rajiv Chowk via la blue line.
A propósito se puede descargar la aplicación Delhi metro navigator
Después de una amena conversación nos encontramos buscando algún bar en esa rotonda republicana que rodea el parque que guarda la enorme bandera que le hace sentir a todo visitante que ha llegado a India. Si no se siente aún en este maravilloso país, porque le parece muy occidental o británico el lugar, deben mirar a los ojos de la gente o ver lo que se come en las ventas ambulantes. Nuevamente verá las papas y otros granos tibios con piedras calientes y adornadas con limones y otras especies de colores decorados como collares que pueden venderle también en algún callejón de Chadni Chowk . El lugar es más caro que el común deonminador pero puede ser justo para quien lo valora a cambio de una buena vista de todo este gran escenario, del cual se recomienda las horas del atardecer. En este encuentro tuvimosque pagar por un sifón y una botella de KingFisher Rs. $125 más impuesto, servicio y redondeo (cobro por el valor decimal inmediatamente más alto), por lo que la cuenta finalizó cerca de los Rs.$ 600 los cuales muy amablemente pagaron ellos.
En mi cuaderno de viaje inicié este relato camino a Hyderabad con una división de canales, como un homenaje al maestro Orlando Fals Borda en la Historia Doble de la Costa. Las vivencias se ubican en el CANAL A.
Recuperando el CANAL A, me ocurrió igual que en las entradas de metro o de templos y quién sabe qué más. Me equivoco de carril, incluso en el andén, no me hago a la idea de caminar por el lado izquierdo, de la misma manera que en el mundo real tomé el relato por el lado derecho. Vaya desdicha. Sin embargo la reivindicación viene en la visita a la sede del partido comunista de India, lo ubiqué en el mapa mientras pasaba por el área de las embajadas. Recordé enseguida que en Rajendranagar (Hyderabad) tomé en el mapa el punto donde se ubica la sede del mismo partido. Todo esto se refuerza por la presencia de las guerrillas naxalitas en este libro hermoso que voy leyendo mientras recorro la India (El Dios de las pequeñas cosas de Arundathi Roy). Está presene, pero esta vez en el el LADO B, Ayanamem, la ciudad que toma por escenario el libro, donde están los afiliados proletarios y algunos “extremistas” que según ellos, los protagonistas burgueses de la historia más que lucha de clases parecen profesar odio ciego. Ahora, este relato parece haberse convertido en parte de la discusión bizantina entre izquierdas y derechas que finalmente dependen de quien tenga el poder en un territorio.
